En la intersección de la Avenida de Mayo 1370 e Hipólito Yrigoyen (antes Victoria), se erige una mole de 16.630 m2 que, en su momento, ostentó el título del edificio más alto de Latinoamérica y uno de los pioneros en hormigón armado a nivel mundial. El Palacio Barolo, concebido por el empresario Luis Barolo e ideado por el arquitecto Mario Palanti, es un monumento arquitectónico que esconde una fascinante historia ligada a la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Luis Barolo, un pujante empresario italiano que llegó a Argentina en 1890, se destacó por introducir las primeras máquinas para hilar algodón y por su dedicación al comercio textil. Además, impulsó las primeras hilanderías de lana peinada del país y los cultivos iniciales de algodón en el Chaco. En el marco del centenario de la Revolución de Mayo, Barolo conoció a Palanti, a quien encomendó la construcción de un edificio destinado a oficinas de alquiler. Sin embargo, la visión de Barolo iba más allá de un simple emprendimiento inmobiliario.
Preocupado por las posibles guerras que azotarían a Europa, el empresario imaginó un destino peculiar para su edificio: un mausoleo para las cenizas de Dante Alighieri. De esta forma, la obra de Palanti se vio profundamente influenciada por la «Divina Comedia».
El edificio, construido en un terreno de 1365 m2, alcanza una altura total de 100 metros, con 24 plantas (22 pisos y 2 subsuelos). Esta imponente altura, que cuadruplicaba el límite permitido en la avenida, fue posible gracias a una concesión especial del intendente Luis Cantilo en 1921. La cúpula, a 90 metros de altura, se coronaba con un faro giratorio de 300.000 bujías, visible incluso desde Uruguay.
En la década del ´20, el Palacio Barolo se anticipó al concepto de «edificio inteligente», gracias a una usina propia que le garantizaba autoabastecimiento energético. Además, contaba con nueve ascensores y dos montacargas, dos de los cuales permanecían ocultos. Estos últimos eran utilizados por Barolo para acceder a los dos subsuelos, de 1.500 m2 cada uno, donde se almacenaba la mercadería. Así, podía desplazarse desde sus oficinas en los primeros pisos hasta los depósitos subterráneos sin cruzarse con los inquilinos que ocupaban el resto del edificio.
Desde su inauguración, el estilo del Palacio Barolo generó controversia. Algunos lo catalogaron como «remordimiento italiano», otros como gótico romántico, castillo de arena, o incluso un cuasi gótico veneciano.
La construcción finalizó en 1923 y el 7 de julio de ese año fue bendecido por el nuncio apostólico Monseñor Giovanni Beda Cardinali. En la planta baja, hasta su desaparición, funcionó la agencia de noticias «Saporitti». Hoy, el Palacio Barolo se dedica exclusivamente a oficinas, pero su imponente presencia y la historia que encierran sus paredes lo convierten en un ícono indiscutible de la ciudad de Buenos Aires, un testimonio de la visión de un hombre y la genialidad de un arquitecto, unidos por la inmortal obra de Dante.
Palacios de la ciudad
Dentro del paisaje moderno que impone la ciudad, los palacios porteños se erigen como memoria viva de la historia de la ciudad. Parte de la historia de los primeros años de la Argentina, embellecen cuadras y barrios y detienen miradas y flashes.
Balvanera
En este barrio se encuentra uno de los más fastuosos palacios de la ciudad: el Palacio de Aguas Corrientes. Nació en una época de bienestar económico, cuando se decidió abastecer a la Capital de una red de agua corriente de avanzada. Su fachada es lo más conocido y admirado: el revestimiento fue realizado en 130 mil ladrillos esmaltados y 300.000 piezas de cerámica importados de Bélgica e Inglaterra. En su interior se puede visitar el Museo del Patrimonio Histórico.
Monserrat
No pueden faltar varios palacios icónicos en medio del barrio ubicado en el casco histórico de la ciudad. Si alguien tuviera un solo día para recorrer Buenos Aires, la recomendación sería visitar esta zona: no sólo porque tiene la Casa Rosada, la Plaza de Mayo, el Cabildo y el Palacio Municipal, sino porque es el barrio donde transcurrieron buena parte de los sucesos que definieron la identidad de todos los argentinos.
El Palacio del Congreso de la Nación Argentina es el corazón del barrio. Es uno de los congresos más grandes del mundo. El estilo de la obra es un eclecticismo grecorromano. El edificio se distingue por su cúpula, que alcanza los 80 metros de altura y por el fondo que ofrece a la Avenida de Mayo, donde se yergue soberbio, con sus proporciones perfectas y un aspecto de magnificencia severa y elegante. Sacarle una foto es llevarse una portal porteña casera.
Sobre la Avenida de Mayo, se levanta el Palacio Barolo, el más alto de su época. Para los amantes de la arquitectura, es una verdadera joya: el edificio está lleno de analogías y referencias a la Divina Comedia. El documental “El Rascacielos Latino” (estrenado en 2013), analiza estas curiosidades.
En Monserrat también nos encontramos con el Palacio de la Legislatura de Buenos Aires, uno de los más llamativos y grandes de la ciudad. Tiene una torre de 97 metros de altura y una particularidad que lo hace único: un reloj comando de melodía Westminster, con un carrillón de cinco campanas. El reloj controla la marcha de otros 80 relojes distribuidos en el resto del edificio. Se suma a este otro carillón que tiene 30 campanas. Dicen que en Monserrat el tañir de las campanas era tan ensordecedor que terminaron prohibiendo su uso cada dos horas.
Recoleta
El Palacio Duhau forma parte de los importantes edificios de la Avenida Alvear. Este palacio responde a líneas neoclásicas de influencia francesa. Está absolutamente inspirado en el Chateau du Marais (cerca de París). Hasta hace poco vivieron allí los descendientes de los Duhau, una familia tradicional de estancieros argentinos. En la actualidad funciona como un importante hotel cinco estrellas.
En la misma cuadra, a escasos metros, nos topamos con el Palacio Fernández Anchorena, que actualmente pertenece a la Santa Sede y funciona allí la Nunciatura Apostólica. ¿Una curiosidad? Fue la residencia del Papa Juan Pablo II durante sus dos visitas a Buenos Aires, en 1982 y 1987. También responde a líneas francesas pero con acercamientos al art nouveau.
Por último, si se está en Recoleta, pasar por el Palacio Pizzurno no va a dejar lugar al arrepentimiento.
Retiro y Palermo
Retiro también es una zona prolífica en palacios. Imperdibles el Palacio Estragamau y el Palacio San Martín. Este último es un valioso testimonio del nivel alcanzado por la arquitectura del clasicismo francés y la adaptación de tipos de residencia franceses del siglo XVIII al medio local. Además está frente a la Plaza San Martín, una de mas más lindas de la ciudad, y pueden realizarse visitas guiadas.
Ya en Palermo, es más difícil encontrar este tipo de construcciones, dado que la mayoría de ellos se construyeron en los primeros años del país, cuando la ciudad recién nacía. De todas maneras, el Palacio Errazuris es una hermosísima excepción y una de las mansiones más elegantes de Buenos Aires. Alberga la Academia Argentina de las Letras, la Academia Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Arte Decorativo y el Museo de Arte Oriental. Gracias a ello, es la única mansión de estilo francés abierta regularmente al público en general.
Listado completo de los palacios
Palacio Álzaga Unzué, Palacio Alcorta, Palacio Bosch, Palacio Casey, CCK, Palacio Díaz Vélez , Palacio Elortondo Alvear, Palacio Estrugamou, Palacio Fernández Anchorena, Palacio Haedo, Palacio Las Lilas, Casa Marcó del Pont, Palacio Madero Unzué, Residencia Maguire, Palacio Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, Palacio Ortiz Basualdo Anchorena, Palacio Ortiz Basualdo, Palacio de Justicia de la Nación, Palacio Paz, Palacio Pereda, Palacio Raggio, Residencia Leloir, Villa Roccatagliata.