En Lo Sagrado, Julio Chávez nos introduce en una historia profundamente humana y cargada de emociones. La obra nos presenta a Rafael, un escritor y filósofo que ha pasado años de reclusión en un pueblito costero. Finalmente, ha concluido su libro, también titulado *Lo Sagrado*. Pero su paz se ve perturbada por la llegada de Gael, el hijo de su ex pareja, quien irrumpe en su vida para reclamar una promesa incumplida.
Este reencuentro forzado no solo abre viejas heridas para Rafael, sino que lo obliga a enfrentarse a todo aquello que ha intentado dejar atrás. Chávez, en el rol de actor y director, da vida a un personaje con múltiples capas: complejo, vulnerable, lleno de remordimientos y de deseos de redención. Cada pausa, cada mirada dice más que mil palabras y refleja una profunda maestría interpretativa.
La dirección de Chávez es precisa y certera. Sin recurrir a exageraciones, logra que cada escena tenga el tiempo exacto para que el espectador se sumerja en las emociones de los personajes. La escenografía, minimalista y situada en los años ochenta, crea el ambiente ideal para una historia donde el pasado pesa y cobra vida en cada rincón de la memoria de Rafael.
Escrita junto a Camila Mansilla, la obra nos plantea preguntas sobre aquello que consideramos sagrado en nuestras vidas y hasta dónde somos capaces de mantener nuestras promesas. Nos habla de esos secretos incómodos que evitamos recordar y de cómo, inevitablemente, el pasado regresa para confrontarnos con nosotros mismos.
Rocco Romano, en el rol de Gael, a partir de Agosto reemplanzando al Rafael Federman , un momento significativo, tanto para el público como para él, especialmente al contar con la dirección y el apoyo de un maestro como Julio Chávez. El papel de Gael y la historia de Lo Sagrado exploran temas profundos, como el reencuentro y la conexión humana, y que un joven actor haya sido seleccionado para dar vida a un personaje tan complejo es un gran reconocimiento a su talento.
Lo Sagrado, con sus 75 minutos de duración, no intenta resolver todos los conflictos ni ofrecer respuestas definitivas. En cambio, nos deja reflexionando sobre el perdón, las promesas y la fragilidad de las relaciones humanas. Es una obra honesta, emotiva y sincera, en la que Chávez demuestra nuevamente por qué es un referente en el teatro argentino: sabe contar historias que llegan al alma y nos invitan a mirar hacia adentro.
En resumen, Lo Sagrado es una experiencia teatral que nos recuerda que, por más que intentemos huir de ciertos fragmentos de nuestro pasado, siempre hay algo que necesitamos confrontar para encontrar paz.
Calificación: 9/10
Le ponemos un 9/10 a Lo Sagrado porque hay varios motivos que la hacen destacar como una gran obra de teatro:
1. Actuaciones de Primera: Julio Chávez brilla con un personaje lleno de matices y emociones. Rocco Romano también le da un toque especial al aportar frescura y vulnerabilidad, lo que hace que su interacción sea muy interesante.
2. Dirección a la Altura: Chávez maneja el ritmo de la obra de manera espectacular. Sabe cuándo dar espacio a las emociones y cómo usar el escenario para que la historia fluya bien, permitiendo que el público se meta de lleno en la trama.
3. Guion que Hace Pensar: El texto, escrito junto a Camila Mansilla, no se queda en la superficie. Nos hace reflexionar sobre qué es lo sagrado, el perdón y las promesas, sin darnos respuestas fáciles.
4. Ambiente Bien Logrado: La escenografía y el vestuario te transportan a los años ochenta, creando una atmósfera íntima y nostálgica que acompaña muy bien la historia.
5. Emoción Real: La obra logra tocar fibras sensibles y evocar emociones auténticas, algo clave en cualquier producción teatral. Los espectadores pueden verse reflejados en las vivencias de los personajes.
No le ponemos un 10 porque siempre se puede mejorar. Hay algunos temas y conflictos secundarios que podrían haber tenido un poco más de profundidad. Pero esto no le quita valor a la experiencia, que resulta realmente impactante y memorable. ¡Es una obra que vale la pena ver!